
Acandí, Chocó

Acandí es un municipio colombiano en la frontera con Panamá, ubicado en el norte del departamento de Chocó, a orillas del mar Caribe. Se encuentra a 366 km de Quibdó, la capital del departamento, y cerca de la frontera con Panamá. Su temperatura promedio es de 28°C.
Uno de los principales atractivos turísticos de Acandí es Capurganá, famosa por sus hermosas playas. Además, Acandí es uno de los pocos lugares en el mundo donde las tortugas Carey y Canaa, también llamadas tortugas laúd, llegan a poner sus huevos una vez al año, durante la Semana Santa. Este evento atrae tanto a científicos como a turistas interesados en estudiar y presenciar este fenómeno.
El bombón del mundo en Acandí


En esta actividad comunitaria, las personas compartieron sus sueños, preocupaciones y posibles soluciones sobre un problema que los afecta profundamente: la erosión costera. Uno de los sueños más mencionados fue vivir en una costa protegida, sin desbordamientos ni basura contaminando el mar. Hablaron de cuidar los manglares, esos guardianes de la naturaleza, para que no los talen ni los dañen, y para que sigan protegiendo las casas y las orillas. También soñaron con playas limpias y árboles que crezcan fuertes.
También hubo críticas. Señalaron la falta de conciencia de algunos miembros de la comunidad, que cortan los manglares sin pensar en el daño que causan, o construyen cerca de la costa sin medir las consecuencias. Hablaron del abandono que sufren las orillas y de cómo la falta de respeto hacia la naturaleza los afecta a todos. Lamentaron que, a veces, la gente no valore lo que tiene, que no cuide el mar ni los árboles, como si no fueran esenciales para la vida.
Muchas personas aportaron ideas para actuar, convencidas de que es posible cambiar la situación. Propusieron organizar charlas para educar sobre el cuidado del medio ambiente, colocar contenedores de basura en lugares clave y reforestar los manglares con especies como el rojo y el negro. También hablaron de hacer campañas de concientización, unir esfuerzos como comunidad y sembrar más árboles para devolverle la vida a la costa.
Lo que surgió en esta actividad no fueron solo ideas, sino un llamado colectivo a la acción, un recordatorio de que cuidar la naturaleza es cuidar la vida misma. Porque, al final, proteger el mar, los manglares y las orillas no es solo un sueño: es algo posible si todos trabajan juntos.
